domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Qué seria de (…) si no existiéramos?

“De los lejanos y fríos polos, nuevas corrientes de aire en pequeñas ondas, rizos y torbellinos empiezan a avanzar en altitudes donde sólo aves y pájaros de hierro son capaces de mezclarse siguiendo sus formas o rompiéndolas como si de fogatas de humo se tratara con mirada impasible al alejamiento lento, aunque constante, de nuestra fuente de vida, el astro sol. Todo ello empieza a inundarnos de cierto olor a húmedo fresco, a brotes de setas en nuestros campos y a estampas de hojas caídas en formas de alfombras cubriendo nuestras calles. Las sombras empiezan a caer cada día un poco antes recortándonos la luz del día, y las luces de nuestros negocios empiezan a tener el protagonismo iluminando nuestros espacios comerciales. El otoño ya lo tenemos aquí. De su mano nos trae el inverno, y con todo ello la nueva temporada cargada de novedades, propuestas, emociones, nuevas esperanzas y gritos de modernidad.

La lana, la seda, el algodón, el hilo y el nailon ya confeccionados salen de los talleres de los diseñadores directos a las pasarelas, donde cuerpos esbeltos, flacos, altos, con caderas, cintura y pechos bien proporcionados les darán vida y movimiento. Los cabellos, fieles seguidores a las corrientes que nos marcan los ritmos sociales de la nueva temporada, se preparan en sus formas primitivas para recibir las manos de los grandes peluqueros nacionales e internacionales. Les darán color, crearán volúmenes, se reinventarán nuevos rizos,… Los cortes serán, como siempre, los grandes protagonistas de la puesta en escena donde las manos expertas unidas al acero de las tijeras sobrevolarán el espacio aéreo craneal y crearán líneas y volúmenes como si de una escultura se tratara. Los medios de comunicación se harán eco de todo ello ensalzando el trabajo artesanal y creativo de los profesionales, siendo portada el ranking de los mejores peluqueros a nivel nacional e internacional. ¿Quién sabe? Si premios, como el Príncipe de Asturias, reconocerán la labor de un trabajo que lleva la expresión del arte.”
FIN
Perdonar mi atrevimiento, hoy, por contaros este relato, en parte real y en parte ficticia. Aunque exagerado en sus formas y fina expresión literaria, pero es que a veces se te va “la pinza” (hueso redondo que se lleva encima de los hombros y que científicamente le llaman cráneo) y no puedo dejar de soñar si alguna vez los peluqueros tendremos el mismo protagonismo que nuestros colegas (permitidme que los llame de esta manera ya que nosotros somos para ellos prácticamente invisibles) los diseñadores. Y creedme, no lo digo con ánimo de reproche hacia ellos. Nada les han regalado, y nada les regalan por estar donde hoy se encuentran. Nadie tiene la culpa de que los peluqueros (excluyendo a un grupo muy limitado) aún no hayamos encontrado la fórmula del alto prestigio social, a diferencia de nuestros amigos los cocineros o los anteriormente citados. Aunque a veces pienso…:
¿Qué seria de… esas pasarelas sin esas horas que nos pasamos, peluquería y maquillaje, en el backstage dejando a las modelos en un estado como si de una ITV se tratara para poder lucir la alta costura Petra Porter, etc.?
¿Qué seria de… esas alfombras rojas que pisan nuestras famosas luciendo esos maravillosos tejidos en forma de vestidos embutidos en esos cuerpos con tanta necesidad de jamón, sin un recogido o un estilo a medida de su look?
¿Qué seria de… nuestra monarquía en sus actos públicos y recepciones palaciegas, aunque algunos de sus estilos de cabello me recuerdan a aquel jarrón que regalaron a mis padres el día de su boda y que siempre ha convivido con la familia con sabor a rancio e impasible al tiempo y a las tendencias?
¿Qué seria de… nuestras novias y de su glamour, que la gran mayoría quieren sentirse princesitas por un día y que por muy buen vestido que lleven, aunque éste sea del mejor diseñador, necesitan nuestras manos y nuestra paciencia para recibir sus inseguridades y dudas durante meses, aguantando en la cercanía de la boda la histeria de mamá?
¿Qué seria de (…) si no existiéramos?

¿Os dais cuenta por un momento? Cerrar los ojos y pensarlo… ¡Veis como sí somos importantes! ¿Entonces, por qué no nos lo creemos? Empezar a valorarnos como lo que somos: creativos, artesanos y un colectivo con calidad técnica y artística de sobra demostrada, ya que los que no están dentro de esta parámetro el mismo mercado los irá eliminando (no la crisis económica ¡no nos engañemos!) tenemos el deber de luchar para las próximas generaciones, y entregarles un legado de prestigio y calidad profesional. Empecemos a hacerlo juntos y cambiaremos el rumbo de la historia.

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