martes, 22 de junio de 2010

COPA COMERÇ RAMÓN ARRIBAS



Ramón Arribas
(Director del Consell Assessor pel Desenvolupament
Sostenible de la Generalitat de Catalunya)

Xavi Casanovas
(Gerent de Casanovas Selecció
i co-creador de la Botifarra Terregada)

HAMELÍN

AUTOR: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULIÁN GIJÓN

Cuando llegó a la ciudad no era mas que una forastero que pasaba desapercibido. Nadie se percató de su presencia hasta que una tarde, de improviso, se llevo su flauta a los labios y empezó a tocar una extraña melodía.
Había escogido un buen sitio para su debut como flautista, un lugar donde todos pudieran verle y desde el que su música se repartiría por igual entre las calles de la población.

Y su canción llenó el resto del día.

Algunos se escandalizaron. Otros, cerraban los portalones de las ventanas y farfullaban asustados ante aquel nuevo sonido que les embotaba los oídos. Los más mezquinos intentaron que las autoridades le hicieran parar, aduciendo que era un enviado maligno capaz de reproducir con su instrumento la nota maldita, la cuarta tritono, la música del diablo, perseguida y castigada por la inquisición.

Tocar, lo que se dice tocar bien, no tocaba. De ahí a verlo como un emisario del averno solo demostraba la inquietud que producía en aquellas mentes cerradas.

El extraño silbido era limpio y sereno, de una métrica diferente a lo acostumbrado y permitía a quien la escuchaba caer en la ensoñación, despejando las mentes.

Como no podían prohibirle tocar sin darle más relevancia, quienes no lo querían en la ciudad se taponaban los oídos con cera y giraban el rostro, si se cruzaban con él. Estaban convencidos de que si le hacían el vacío y le ignoraban, acabaría por marcharse por donde vino, dejándolos de una puñetera vez, en paz.

Estoico, el flautista, seguía recorriendo las calles siempre envuelto en la misma melodía, y poco a poco, algunos empezaron a familiarizarse con los rizos y bucles de aquellas notas que trasmitían sueños. En sus acordes uno podía evocar el futuro o aquel perfume exótico, nuevo, que por diferente golpea nuestros sentidos y nos hace reaccionar. En el fondo, lo que oían era bello, pero demasiado diferente.

Pasó el tiempo, y sin darse cuenta, la canción, fue dejando poso en las gentes. Cuando menos se lo esperaban la sencilla escala de compases volvía a sus mente aunque el flautista no estuviese presente y se sorprendían tarareando en voz baja.
Si no estaban solos, presurosos, ahogaban el murmullo con un carraspeo forzado volviendo, avergonzados a sus quehaceres.

Así, años más tarde, en aquel lugar todo el mundo conocía al músico loco que, incansable siempre tocaba la misma canción.
Los que le seguían viendo como el chantajista que les robaría a sus mujeres, a sus hijos o les privaría de posesiones, siempre se mantuvieron al acecho, y no por que odiaran su música, que también solían cantar (hasta creerse que era de ellos y no de aquel descarriado desconocido), si no porque se dieron cuenta de que aquel nuevo sonido era una evocación al futuro y que su simpleza la hacía entendíble a todos.

Con el populacho revolucionado y con miras en el futuro no se puede gobernar. Un pueblo con imaginación es como un rebaño de búfalos desbocado. Nada se puede prever si existen los sueños y gente dispuesta a llevarlos a cabo, así que un buen día, a Bartolo, que así se llamaba el gañan, le robaron la flauta y pasándola de mano en mano llegó hasta el flautista oficial del reino, el cual, con gran pompa, anunció su próximo concierto en el auditorio principal de la ciudad, donde se orquestaría su nueva composición con el beneplácito de los organismos más influyentes. Una única pieza para flauta y orquesta, llamada Sinfonía de Hamelín.

Bartolo, tenía una flauta...y sin ella, Bartolo desapareció. Tal como vino se fue sin hacer ruido pues ya no necesitaba soplar en un palo de madera para que todos escuchasen su mensaje. Ahora, la partitura, la escribirían otros que con suerte no la transformarían en algo encorsetado que le restara emoción. Su misión había acabado y por tanto nada le quedaba por hacer, salvo volver a casa, donde quiera que eso fuese.

Mientras abandonaba la ciudad, solo se sentía inquieto por una cosa. Su música, su mensaje había acompañado durante todo aquel tiempo a sus convecinos y él con su insistencia había logrado que todos se aprendiesen la canción. Desde hoy su responsabilidad acababa y quedaba en manos de gentes que siempre le menospreciaron, ¿Pesaría aquello en la calidad de la interpretación?, ¿Corromperían la pureza de su canto?. En realidad, eso no importaba, Muchos eran los que cantarían a sus hijos, como una nana, que un día, llego Bartolo, con su flauta, y toco su música sin pedir nada a cambio y que fue tal su insistencia que al final decidieron darle la razón, aunque con malas artes le privaron de su instrumento para tocar, previo pago, los mismos acordes que antes odiaban.
El flautista se marcho contento pues nunca persiguió la fama, ni el reconocimiento, simplemente tenía algo que hacer, algo que decir y solo tenía una flauta y aire en sus pulmones para hacerla sonar. Quiso que le escucharan y tocó sin descanso hasta convertir en un himno su lamento. Todo por nada, solo para él, porque tenía que hacerlo.

Una buena canción es tan perdurable como las gárgolas centenarias de las catedrales. Y aunque las toquen malos intérpretes, no dejan de ser lo que son.

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En el auditorio están a punto para estrenar la sinfonía que a levantado tantas expectativas entre los ciudadanos. La orquesta afina las cuerdas y los vientos y esperan al interprete y director  que les deleitará con su virtuosismo.

Querido público, para todos ustedes, la Sinfonía de Hamelín.

Ahora les toca a ellos tocar la flauta.

miércoles, 16 de junio de 2010

sábado, 12 de junio de 2010

COPA COMERÇ - GEMMA PUIG



GEMMA PUIG I PANADERO
DIRECTORA GENERAL DE COMERCIO
DE LA GENERALITAT DE CATALUNYA

Hizo referencia a la necesidad de delimitar que era una TRAMA URBANA CONSOLIDADA, y sobre como era responsabilidad de cada Ayuntamiento dibujar un mapa coherente con los intereses de cada población.

COPA COMERÇ - CARLES PELLICER i JOSEP MARIA RECASENS



CARLES PELLICER I PUNYED - JOSEP MARÍA RECASENS I SORIANO
PARLAMENTARIOS EN LA GENERALITAT DE CATALUNYA POR CIU.

Cargaron tintas contra la gestión de tripartido y defendieron la liberacización del suelo urbano para beneficio de las grandes marcas comerciales.

COPA COMERÇ - XAVI MARTIN



COPA COMERÇ
XAVIER MARTÍN
REGIDOR DE COMERÇ DE TERRASSA

Nos puso al día de la nueva directiva de comercio, dictada desde el parlemento europeo, y de como la entendía el ayuntamiento de Terrassa.

lunes, 7 de junio de 2010

EXPLORADORES

 

TEXTO: Miquel Farriol
LECTURA: Julián Gijón

Esta es una de esas historias que nadie sabe si fue verdad o un canto de buhoneros que se ha transmitido a través del tiempo convirtiendo una realidad mundana en una historia épica llena de romanticismo.

Yo, la contaré como me la contaron. O como mi memoria la recuerda.

Los exploradores llevaban tiempo descendiendo por aquella angosta escalera que viraba siempre a la derecha en una estrecha espiral. El giro era tan cerrado que apenas podían ver un par de escalones antes de que la penumbra los devorara. La luz de sus antorchas se frenaba entre la curva de la pared y el techo que se hundía paralelo a los escalones.

Cuando emprendieron el viaje eran conscientes de que este iba a ser largo y tormentoso, y que el riesgo estaría presente en muchos rincones. Durante el trayecto, siempre fueron forasteros y como a tales, las gentes que encontraban a su paso, siempre les devolvían miradas de recelo.

Si caían simpáticos, algunas veces eran invitados a haciendas de algún personaje renombrado, donde despertaban curiosidad y se les veía como bufones divertidos y grotescos. Igual que una de esas cosas que produce rechazo pero que no puedes dejar de mirar.

Les ofrecieron tratos, consejos y acuerdos con el fin de aprovechar el vigor que los exploradores transmitían. Pero ellos siempre decían que había que ir más allá, tras las últimas montañas. Entonces los acuerdos se enfriaban y los consejos se convertían en coacciones, pues nadie estaba dispuesto a arriesgar su estatus y añadirse a la caravana de insensatos.

De vuelta al camino, los nómadas, afrontaban en soledad las penurias y calamidades con el mayor de los ánimos. Aunque algunos flaquearon y finalmente tomaron el camino de regreso a casa.

A pesar de la opresión que se respiraba en la escalera de caracol, los ánimos eran buenos y los hombres se motivaban unos a otros seguros de que el fin del descenso estaba cerca.

Según sus mapas y siguiendo las indicaciones de algunos funcionarios con los que tramitaron visados y permisos, allí estaba la morada de los Guardianes de la Llaves, Señores de los Cien Reinos que salvaguardaban el equilibrio y la armonía entre tierras fronterizas.

La gran sala se abrió de repente frente al primero de la comitiva, dejándolo aturdido.

Después del pesaroso descenso por la estrecha escalera, ante ellos, una fría estancia de medidas imponentes se mostraba intimidante.

Al fondo, ante los recién llegados, una tarima con columnas y cortinajes elevaban del suelo un gran escritorio tras el que se percibían siluetas acomodadas en tronos.

El portavoz de los viajeros se adelantó unos pasos, acercándose a la plataforma y se inclinó ante ella. En su corazón sentía un gran alivio, la grata sensación del trabajo bien hecho. Después de varios años de peregrinaje, aquel día, por fin, llevaría su mensaje a quienes podían propagarlo y darle sentido y cuando le otorgaron la palabra se obligó a mantener la calma para no atropellarse con su ímpetu.

Los Virreyes escucharon con la sonrisa torcida cada una de las propuestas, que antes, sus lacayos, ya les entregaran en varios pliegos de papiros.

Sabedores de las intenciones de los exploradores, les escucharon corteses, pero con una decisión tomada en cónclave secreto y que no estaban dispuestos a discutir. Así. Prudentes ante la posibilidad de que los forasteros se enfadasen y montasen un escándalo, o quien sabe, hasta una revuelta, habían planificado un cuidadoso plan para dividir y menguar sus fuerzas.

Cuando expusieron los términos del acuerdo, los viajeros se miraron confundidos, aquellos tipos eran listos, y se notaba que habían trabajado a fondo las cláusulas del contrato. En él no había fisuras y no dejaba márgenes para enmiendas ni peticiones. Lo más duro era que se cercenaba el mensaje principal por otro adaptado al gusto de cada uno de los Señores y se les aconsejaba que a partir de aquel momento dejaran de predicar sobre tiempos modernos y cambiantes y que fuera mejor que actuaran con discreción y que se acomodaran en un rincón del enorme salón. Allí estarían resguardados, seguros y bien alimentados.

El portavoz de los viajeros no se humilló ante los jueces del escritorio. Con voz pausada volvió a su alegato principal y a la libertad de propagarlo entre aldeanos y granjeros, entre gentes de bien que no tienen porque permanecer en la inopia. Y que son merecedores de recibir su parte de los recursos que los Jerarcas administran.

El resultado de su insolencia fue terrible, los Guardianes de las Llaves, ofendidos, les dijeron que allí ya no había sitio para ellos, que las cosas no iban a cambiar y que tomarían represalias para que nadie les apoyara ni les diera cobijo.

Decepcionados y exhaustos, los exploradores, volvieron la vista atrás. La angosta escalera se retorcía ante ellos como una negra boca que devoraba todo el esfuerzo realizado. Si regresaban, todo habría sido en vano y nada cambiaría en sus aldeas.

Tras la gran escribanía que se alzaba en el pedestal, un portón de gruesos tablones y ornamentos de hierro permanecía cerrado con un cerrojo. Los cortinajes y terciopelos que se descolgaban de las columnas casi lo ocultaban del todo, pero la trémula luz de los candelabros lo iluminaba en parte, llamando la atención de los viajeros que preguntaron a donde conducía.

- Nadie lo sabe.- Contestaron los apoltronados mecenas- No se debe abrir, siempre a estado cerrada.

- ¿No os interesa lo que se oculta tras estos muros?

- Puede ser peligroso. Los que llevamos tiempo aquí sabemos que no es conveniente jugarse el tipo sin tener unos buenos agarres que aseguren los dientes- Contestó el que parecía el Sacerdote Mayor- No es bueno provocar a lo desconocido.

- ¡Yo la abriré!- Se exaltó uno de los viajeros.

- Si lo hacéis os negaremos el derecho a volver. Estaréis solos a perpetuidad frente a lo que acontezca y no recibiréis ayuda, ni ningún tipo de compasión si los abismos se abren bajo vuestros pies. ¿Comprendáis lo que os digo? Si atravesáis esa puerta ya no podréis volver atrás.

Yo lo cuento, como a mí me lo contaron aunque, tal vez, solo sea un cuento de gárgolas o los delirios de un escribano caído en el olvido. En todo caso, la historia aún no tiene fin. Los viajeros, se dice que; abrieron la puerta, desoyendo las injurias de los Jefes de Sala y se encaminaron hacia un nuevo destino.

Aún hoy se recuerda como cuando les preguntaron por qué lo hacían. Contestaron.

- Somos exploradores.

CIUDAD FANTASMA



AUTOR: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULIÁN GIJÓN

Las gárgolas son seres longevos, por eso mismo su percepción del tiempo es distinta a la de los humanos, así que en su regreso a la ciudad, no era consciente de los años que habían transcurrido desde su partida.

A finales del año 2020, diez años humanos le separaban del día en que abandonó el quiosco (para alivio de su propietario), y hoy volvía para prevenirle de lo que había visto ocurrir en otras poblaciones cercanas.
Pronto se dio cuenta de que llegaba tarde y de como su condición de gárgola le jugaba una mala pasada.

Esperaba reconocer aquellas calles, encontrarse con rostros que se horrorizaran al cruzarse con ella, chiquillos estridentes que correteaban por las plazas y adolescentes que paseaban por ramblas y avenidas pavoneándose de su frescura. Pero nada de eso pasó. Las calles, convertidas en pasillos vacíos, solo enseñaban portales cerrados, persianas bajadas y lunas de escaparates sin luz.

Los vehículos circulaban igual que cajas herméticas que impedían a sus ocupantes relacionarse con nadie y su única razón consistía en avanzar, sin posibilidad de detenerse. Entre otras razones, porque nada se podía hacer en aquellos corredores sin vida.

Solo algún anciano se aventuraba por los senderos de hormigón y su mirada se posaba perpleja en los rótulos de los comercios donde solía hacer sus compras y que ya hacía meses dejaron de iluminar las aceras.

Se lo tomó con calma, como corresponde a un corazón de granito y siguió caminando hacia donde recordaba estaba asentado el local de su viejo amigo, pero el camino se le hacía largo y aburrido ya que a parte del vacío, nada llamaba su atención.

Aquella desolación era siniestra, haciendo palpable lo tremendamente vacías que están las ciudades cuando no hay gente en sus calles.

Y de repente, en aquel cruce apareció el librero, con las manos en los bolsillos y aspecto distraído.
Como siempre aguanto la mirada de la gárgola sin la mínima expresión de sorpresa, igual que cuando se saludaban cada madrugada, una década atrás.

- Allí estaba mi negocio – Dijo, mientras su mirada se perdía en algún punto de la calle.
? Lo recuerdo- Contestó la gárgola. En su pecho un sentimiento de culpa hizo sus palabras aun más roncas, sabedor de que era demasiado tarde- ¿Dónde están todos? - Preguntó dolido.
? Fuera, gárgola, están fuera.
? Pero, ¿Que fue lo que paso? ¿Por que ha cambiado tanto la ciudad?


El quiosquero, apesadumbrado avanzó hasta darle la espalda y mientras se alejaba, murmuraba.

? Se tomaron malas decisiones en un momento crítico y el cántaro de leche se hizo añicos en nuestras manos.

Esperó a que su figura se empequeñeciera calle abajo para después batir sus alas con furia y levantando el vuelo, tomó altura con rapidez, hasta elevarse a una distancia con suficiente perspectiva del terreno que le hiciera reconocer el contorno de aquella ciudad, y lo que vio le dio la clave de aquel fantasmagórico misterio.

La ciudad había crecido, y algunas zonas sobresalían con perfección geométrica de los límites que recordaba. Eran extensiones que de forma forzada se anexionaban a barrios periféricos.
En esos cuadrados, exágonos y lenguas de territorio, hace diez años, no se asentaban viviendas, ni servicios, ni comercio de proximidad y hoy, la gárgola, podía posarse en el tejado plano de varios edificios gigantescos donde se concentraba la vida y el ocio de los ciudadanos.

La gárgola se preguntaba

? ¿Si un ciudadano es el que habita en una ciudad? ¿ Por que sale de ella para poder sentirse ciudadano? ¿Que le impulsó a cubrir sus necesidades fuera de los límites del lugar en donde vive? ¿Fueron algunas malas decisiones las que hicieron de aquel lugar, una ciudad fantasma?.

(…..)


Los monstruos también tienen pesadillas, y la gárgola despertó de aquel largo sueño con mal sabor de boca sin poder alejar de su mente las escenas transcurridas mientras dormía.

Su viaje al futuro solo había sido fruto de su imaginación, o ¿tal vez no?

Lo que si era seguro era que aún no habían pasado diez años, y que aún estaban en el 2010.

Salud y ventas.

HYDE



TEXTO: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULIÁN GIJÓN

Aun no despuntaba el sol que despierta a la ciudad y yo ya estaba acabando de afeitarme. Tenía por delante un día apretado, repleto de tareas imprescindibles que no podía descuidar y me sentía agotado ya antes de empezar la jornada.

Mientras me aclaraba el jabón restante del mentón una sombra cruzó en el espejo que presidía el lavamanos. Sobresaltado por el fugaz cambio de luminosidad, levante la vista.

El terror se apodero de mí. Justo enfrente, enmarcado por los límites del cristal, un rostro horrible me devolvía la mirada y se movía al mismo tiempo que yo lo hacía.

Creí ahogarme incapaz de controlar el aire que mis pulmones aspiraban y petrificado como estaba, no sé cuantos minutos transcurrieron antes de reaccionar.

El ser infernal se mantenía al otro lado del espejo, sin hacer nada, imitando mis gestos con una complicidad que no entendía. Sus enormes ojos de dragón se clavaban en los míos y, a pesar de sus terribles colmillos, mimetizaba la mueca de asombro que se me había quedado en los labios.

Tenía la piel grisácea como el granito y unas puntiagudas orejas, semejantes a las de los murciélagos.

Me mojé repetidamente la cara con la esperanza de que la visión se desvaneciera, pero el monstruo no se marchaba y termine por familiarizarme con sus rasgos.

¿De donde había salido aquello?, Y sobre todo, ¿Qué quería de mí?

Convencido de que la falta de descanso me había perturbado la razón recuperé el control y le di la espalda, abandonando el cuarto de baño.

Me apresuré con los últimos toques en mi vestimenta, abotone mi abrigo y salí a la fría mañana de aquel febrero funesto.

A medio camino de mi puesto de trabajo, una pareja embozada con bufandas y gorros de lana, se cruzaron conmigo y por un momento, nuestras miradas se encontraron.

Él más alto, sin duda, era un gigante devorador de niños, y su compañero un fauno con cornamenta retorcida.

En la esquina, una mujer solitaria también encaminaba sus pasos en dirección contraria a la mía y cuando estuvimos a la misma altura me fue fácil identificarla como una valquiria guerrera capaz de cortar la cabeza a quien amenazase sus intereses.

Poco a poco, rodeado de visiones llegue al local donde trabajaba y tras el ritual diario de encender las luces, recoger correo y poner en marcha ordenadores y maquinarias diversas me acomode a la espera de clientes. Ya clareaba sobre las azoteas y yo seguía evitando posar la mirada sobre cualquier superficie que reflejara mi imagen.

Entonces una bruja despeinada con un niño ogro entraron en el local y curiosearon por las estanterías de mercancías.

Y lo vi todo claro.

La gárgola del espejo no era una aparición de otra dimensión, sin duda siempre había sido yo. Yo mismo, o una de mis caras. Una más de tantas. Lo mismo que la bruja o el fauno, en cada una de esas entidades habitaban más personalidades de la que se veía a primera vista y nadie era el mismo durante todo el tiempo. Los temores que sentía se alejaron al comprender que hay momentos en que conviene ser un elfo suave y místico, o un bohemio trovador amante de la buena vida. Otros días es mejor que mister Hyde asuma sus responsabilidades y tome las riendas de los acontecimientos.

? Bienvenido, Mr. Hyde. Hoy tenemos trabajo por delante.
? Siempre me llamas cuando las cosas se te ponen difíciles. - Retumbo una voz en mi cerebro.
? Así es- Contesté a mi propio fantasma- Necesito de tu fuerza.
? Dime que hay que hacer, y lo are.

Y era cierto, yo, el vecino tranquilo y amable, podía ser una gárgola, un bufón, un entrañable acompañante o un brutal Hyde que se desenvolvía con seguridad en cualquier situación. Sin miedo ni verg? con toda la potencia de quien se sabe fuerte. Y los que me rodeaban también ocultaban monstruos en sus corazones que se disputan el poco espacio que ocupa el alma.

Quien me conoce sabe que soy un ser humilde, algo débil y propenso a la vaguería. Si por mí fuera, me alejaría de las multitudes y pasaría los días contemplando como danzan las nubes o como el viento mece las hojas de los árboles. Pero en el segundo milenio, la vida contemplativa no da de comer, ni viste mis carnes. Así que hace tiempo me propuse una lucha conmigo mismo y con los distintos habitantes de la caverna de mi espíritu. Y encontré a Hyde. Mi salvador.

Cuando dominas a los distintos inquilinos de tu personalidad, los alimentas y dejas que se desenvuelvan cuando toca, aprendes sus nombres y puedes llamarlos cuando te hacen falta. Así que dejaré que el espejo me devuelva la imagen de mi rostro desfigurado, o enviaré a Hyde en los momentos en que tenga que mostrar mi lado más fuerte, más seguro y embaucador. Puedo confiar en él ? que soy yo ? pues, puede llegar a ser encantador y sabe desenvolverse en cualquier baile de mascaras.

¿Cuantas personalidades más aprenderé a controlar?

¿Los médicos verán en mí al prototipo de esquizofrénico? ¿O reconocerán sus propias identidades?

¿Somos lo que somos?... O somos mucho más.

Yo estoy contento, aliviado, sigo siendo el soñador predispuesto a dispersarme, pecador y voluble, pero poco a poco, con el tiempo, aprendo a controlar a mis demonios para que se pongan a mi servicio.

Y de esta forma, cuando me hace falta y los acontecimientos me sobrepasan conecto con mi interior y saludo.

- Bienvenido, Mr Hyde.

domingo, 6 de junio de 2010

DE CINE


AUTOR: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULÍAN GIJÓN
(2ª lectura la Gargola Impasible en el acto de COPA COMERÇ)
Fundido a negro y The End. Los violines acompañan a unos créditos interminables seguidos de agradecimientos que nadie lee, entre otras razones, porque soy el único espectador que ha asistido a la sesión.
En la puerta un simpático cartel prohibía la entrada a perros, pero no decía nada sobre espectadores o gárgolas. Y allí estaba yo, mas solo que nunca, sentado en la primera fila con las pupilas apunto de explotar demorando el momento de levantarme del asiento.

No me apetecía volver al quiosco, el dueño llevaba días en estado catatónico haciendo cábalas sobre su futuro. El negocio no marcha, y no parece que vaya a mejorar.

? ¿Y tú que harías? - Me pregunta, lívido de espanto, conocedor de antemano de mi respuesta.
? ¡Joder!, abandona.
? ¡Vete a la mierda, gárgola cabrona!

Me maldice aun a sabiendo que siempre le contesto lo mismo. Y yo me río a mandíbula batiente mientras ojeo la revista GADGET con las últimas locuras en tecnología de bolsillo, a cual más caprichosa.

Cuando compré el tiquet para ver la peli pensaba que tendría que abonar dos butacas, pues aunque puedo replegar las alas, estas, ocupan lo suyo. Pero la joven taquillera me dijo que no importaba. Total, iba a estar solo.
Tras dos horas de película, una sala para ciento cincuenta espectadores, sistema de luces, acomodador, cámaras, aíre acondicionado, mantenimiento y limpieza y muchísimos metros cuadrados de espacio vacío, las luces volvían a dar sentido a aquella desolación. — Otros que van contra corriente — Me dije, mientras abandonaba la sala de proyecciones aturdido por lo absurdo de aquel enorme montaje del que era único testigo.

Recordé entonces que hacía un par de noches acompañe a mi benefactor a una reunión un tanto insólita, donde comerciantes de diversos sectores y pequeños empresarios se encontraron en un bar musical para intercambiar impresiones sobre estos tiempos tan difíciles. Teniendo en cuenta que la mayoría no se conocía, la verdad es que el ambiente estuvo de lo más animado y pronto se organizaron distintos grupos de contertulios que se dejaban llevar y aportaban sus ideas, sus temores y algunas propuestas.
Los organizadores del evento no cesaban de “conectar” a los diferentes grupitos realizando presentaciones y animando a los asistentes a conocer más a fondo al resto de participantes.
Como todo estaba aderezado con un frugal catering y consumiciones a precio especial, la reunión tomo un cariz festivo y los asistentes confirmaron que lo habían pasado bien y que estarían encantados de volver, como estaba programado, el próximo mes.

Como siempre, el quiosquero, estaba metido en el follon de organizar todo aquello y también se sentía satisfecho, pues uno de los asistentes le ofreció contactar con ciertos miembros del Parlament de Catalunya. Nada serio, nada concreto, pero sí alentador ya que, de hecho, ya están tramitando los protocolos para traer de invitado a uno de esto Vips de la política a la segunda edición del COPA COMERÇ, que es como han bautizado a estos encuentros.

Lo que sí estaba claro es que las oportunidades hay que buscarlas, que los giros y cambios que da la economía te pueden pillar “en bragas” mientras te lamentas o puedes dejarte llevar por la corriente hasta aguas más tranquilas, aunque esto conlleve sacrificio, peligro y dedicación.
Los miedos se superan enfrentándose a ellos, nunca escondiéndose bajo la cama. Por esa razón conviene que salgáis de vuestros agujeros, os dejéis ver y al mismo tiempo conozcáis otras realidades para absorberlas. Seguro que desde ese mismo momento los mecanismos de vuestro cerebro se engranan de diferente forma. Aprendiendo.

La sinergia entre diferentes sectores de la economía son un campo por explorar y las últimas tendencias del marketing nos llevan por ese camino. Compartir para crecer, para evolucionar, para estar atento a las oportunidades y, llevado a terrenos más prosaicos, compartir para abaratar costes, para fortalecerse ante proveedores, para crear nuevas tendencias y adelantarse a los acontecimientos.

Aquel era el espíritu de COPA COMERÇ, vamos, lo que los eruditos llamarían NETWORKING y que alguien definió de manera magistral como – HABLAR DE TRABAJO, SIN TRABAJAR, Y SIN NINGUNA INTENCION DE HACERLO – (En realidad esta frase la extraje de las viñetas de una tira cómica).
Conviene estar atento y no esperar a que nadie resuelva vuestros problemas. Pedir socorro no sería necesario si hubieseis aprendido a nadar, pero os limitasteis a haceros los muertos y, como flotabais, fue fácil conformarse.
Ahora llega la tormenta y dando pobres brazadas solo conseguís chapotear sin rumbo en este mar de confusión. Que nadie se engañe por más tiempo, el sector se hunde como si llevara plomos atados al cuello y solo permanecerán a flote los más previsores, los que buscan, los que están dispuestos a cambiar. Lo triste es que esas virtudes están al alcance de todos, pero hay que estar predispuesto y dar ese paso al frente que tanto os cuesta y incorporar a vuestras rutinas nuevas perspectivas, que solo surgirán si buscáis la oportunidad ampliando vuestras opciones, en ocasiones, lejos de vuestra especialización.

En el próximo evento de COPA COMERÇ puede que tengan un invitado que dé prestigio a esta locura y eso ha sido posible porque buscaron la oportunidad, la persiguieron y finalmente la provocaron.

Mientras dejaba a tras la sala de proyecciones un taciturno azafato me entregó un folleto donde se anunciaba la retransmisión de un partido de fútbol en sus instalaciones. ¡Vaya sorpresa! Pero, el fútbol y el cine ¿no eran enemigos irreconciliables?

Las oportunidades existen. Seguro que si le ponéis imaginación las cosas os irán de cine.

¡HUY!.. ¡QUE MIEDO!


AUTOR: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULIÁN GIJÓN
(1º lectura de La Gárgola Impasible, en el acto de COPA COMERÇ)
Al contrario de lo que yo creía, los humanos, tienden a agruparse y a formar parte de familias donde apoyarse. Por si solos, son débiles e insignificantes y es imposible que una voz sobresalga de entre las demás. No sin el soporte de un colectivo que la elija como portavoz.

A veces hay actitudes que destacan y que hacen desmoronar costumbres que parecían inamovibles. Y lo digo porque cerca de aquí, en esta misma calle, esta pasando algo que mantiene en vilo al sistema asociativo de la ciudad y produce terror en los despachos del consistorio.

La verdad es que es algo tan sencillo que resulta pueril por su simplicidad.

En ese lugar, un pequeñísimo grupo de comerciantes de los sectores más variopintos, se han agrupado para trabajar en un proyecto nacido de la necesidad.

Si repasamos la historia veremos que siempre existieron gremios, asociaciones, sindicatos y colectivos y los comerciantes creaban su propios mercados donde ofrecer una mayor oferta y así recibir más afluencia de compradores. En las ciudades, diferentes comercios aúnan esfuerzos para montar campañas conjuntas que llamen la atención de los paseantes, pero la cosa se complica cuando la ciudad es, digamos, razonablemente grande, pongamos doscientos cuarenta mil habitantes, y por lo tanto sus dimensiones urbanísticas hacen que la mayoría de promociones se diluyan o solo sean perceptibles en zonas reducidas, sin ninguna proyección real sobre los consumidores. Eso lo saben los comerciantes que pagan de su bolsillo los gastos de producción de los eventos, entidades como La Cambra de Comerç, la Regiduría de Comerç del Ayuntamiento y el Direcció de Comerç de la Generalitat. Y lo saben porque camuflado con una sudadera y gafas de sol, acompañé al quiosquero en todas sus visitas a los despachos donde se cuecen las normas que regulan, permisos y subvenciones.

Si soy yo quien les asusta, puedo entenderlo, después de todo soy un ser del inframundo. Lo que no entiendo es porque se ponen a temblar cuando el quiosquero y sus compinches exponen lo que están haciendo. En todos esos santuarios, del poder económico, se echan las manos a la cabeza, no se si por incredulidad o porque ven venir un alud de trabajo.

Todos esos especialistas no pueden evitar entusiasmarse con la idea pero son incapaces de enfrentarse a lo que se les viene encima y siempre acaban lavándose las manos, aunque en petit comité alientan a los emprendedores a seguir por el mismo camino. Eso si, sin su ayuda.

En el fondo, solo es miedo a la competencia, a perder apoyos políticos, a ser el primero.

En una ciudad como esta, con los años, se han formado diferentes asociaciones, algunas pequeñas y desestructuradas, otras con un gran número de asociados. Otras en el centro histórico, unas pocas, aunque importantes, en ciertos ejes donde existe concentración de establecimientos y todas financian sus actividades a base de cuotas y derramas, más las subvenciones de organismos públicos. Esto provocaba un ejercicio de confusión en el momento de repartirse el territorio y de otorgar subvenciones a proyectos ridículos y abocados al fracaso. Así que se reorganizaron para formar una federación ¡ALELUYA! Aquello liberaba, a los verdaderos organismos gestores de la economía, de decisiones incomodas y mucho, mucho trabajo. En lugar de estudiar una veintena de propuestas, ahora solo tenían que negociar en términos generales.

Si las asociaciones estaban federadas quería decir que ya tenían interlocutor y por lo tanto, representante, lo que facilitaba mucho las decisiones. Ahora ya solo había un presupuesto que la federación administraría y repartiría.

Pero seguía existiendo un problema del que nadie se percato. Los miembros de la junta que formaban la federación, lejos de ser auténticos gestores, también pertenecían a otras asociaciones vinculadas a sus propios negocios y por tanto a sus propios intereses y bajo ese prisma pronto afloraron rencillas, autoritarismos y falta de eficacia.

Entonces ¿Dónde estaba el problema? Se habían echo todos los pasos para que el sistema funcionara, pero era un verdadero desastre. Podría ser que el autentico fallo estuviese en el concepto, en la base.

Por lo que yo he visto, vosotros, humanos, sois tan egoístas como nosotros, que podemos enzarzarnos en crueles combates por defender el callejón donde cazamos. Igual que hacéis en vuestras ciudades marcando territorios y fronteras. Acotando espacios y compitiendo entre vosotros. Tendríais que daros cuenta de que las ciudades son organismos vivos que se reinventan y transforman y que los clientes solo son fieles a sus intereses.

Todo era un engaño, el hecho de crear entidades que aúnen esfuerzos solo tiene sentido si se trabaja en un único proyecto. De lo contrario todo es una farsa. Y los que lo consienten, con el dinero público, unos irresponsables.

Una idea tan sencilla que asusta. Pero el quiosquero y sus secuaces siguen aferrados a su propuesta y poco a poco otros comerciantes se interesan por su discurso. Las entidades que se habían librado de responsabilidades corretean por los pasillos hablando en voz baja de aquellos tarados que van de listos y han roto todos sus esquemas. Comentan el poder de convicción de un discurso llano y eficaz. El derecho a la libre elección. A la abolición de fronteras. A la valentía ante la competencia.

Estos descerebrados predican que no importa en que barrio tengas el negocio ya que pertenecen a la ciudad y por tanto pueden aliarse con quien les apetezca, este donde este ubicado el establecimiento.

Trabajan bajo una misma marca, que esperan que con el tiempo les de el prestigio y dignifique sus negocios y ponen en manos de profesionales la gestión, el marqueting, la logística bajo una sola directriz. Somos parte importante de la ciudad y queremos que se sepa.

El desapego es el primer paso para avanzar, desprendiéndose de perjuicios.

Los amigos de mi amigo se plantaron en la Generalitat y con toda la chulería del mundo le dijeron a la actual Directora de Comerç que estaban hartos y que ahora harían las cosas a su manera y que el departamento de Justicia de la Generalitat les daba el consentimiento. Desde ahora se abolían los territorios y la necesidad de posesión y se daba carta blanca a la libertad empresarial de aquellos benditos autónomos. Nadie restringiría sus movimientos ni volvería a limitar sus expectativas.

Y así, sin pedir permiso, dejan que el virus de aquella locura arraigue en cualquier punto de la ciudad y siguen promulgando el potencial de la unión.

El resto de asociaciones, empecinadas en conservar su trocito de ciudad, no se dan cuenta de que se consumen en la endogamia y así le siguen el juego a las instituciones de las que dependen.

Hay mucho que contar, muchas conversaciones entre bastidores que sacar a la luz, pero habrá tiempo para eso y mucho más

miércoles, 2 de junio de 2010

NÓMADAS DEL ASFALTO

Hoy al despertar pude recordar, cosa que no siempre es posible, el sueño que había planeado por mi subconsciente hasta hacía pocos minutos. Volaba sin alas. Mi cuerpo, exento de peso, se elevaba a la voluntad de mis más íntimos deseos. Mis ojos con un campo de visión infinito, que no dejaban de asombrarme por lo nítido y expansivo del territorio, eran capaces  de procesar en milésimas de segundo secuencias humanas y de objetos. Me permitían desnudar los deseos de los individuos que circulaban entrecruzados y en direcciones opuestas en una ciudad donde los amos y señores de ideas y sueños eran nómadas que confluían como pequeñas sombras en el asfalto de sus calles.
Dicen que cuando estás en ese subconsciente una parte de tu celebro se activa. El hemisferio izquierdo deja de ser dominante, el más racional, y se activa el derecho, el más irracional. Ése es el que te permite crear, el que te aporta las ideas, el que te conduce a la locura de la creación, el que estimula que se despierte en cada individuo su grado de genialidad, el que te libera para seguir soportando que el mundo te mire como algo raro y que sigan pensando que solo eres pretencioso, egocéntrico y vanidoso, que solo buscas fama y reconocimiento social. Y si es así,…¡¡pasa algo!!
Gracias a las personas que utilizan y desarrollan esta parte del estado hipnótico cerebral, abandonando la fácil tarea de regirse por lo establecido de la parte racional, nuestros museos están llenos de pinturas, esculturas,… Nuestras ciudades visten edificios singulares que marcan sus personalidades, la creatividad es escupida en cualquier lugar y en cualquier rincón del planeta por personas como tú, como yo, como vosotros, como ellas. Solo hay que mirarlas, asimilar que la locura parte de lo irracional y que no hay racionalidad coherente sin un toque de locura.
Recordáis, tan solo por mentar a un colectivo, ¿qué eran nuestros cocineros hace tan solo veinte años? Ser cocinero era algo sucio, duro y sin prestigio social. Hoy quiero hacer referencia a un cocinero que nunca asistió a una escuela de hostelería. Empezó fregando platos y acabo haciendo temblar a los fogones. Es nombrado por la revista Time en el 2004 como una de las cien personas más influyentes del mundo o lo hacen Doctor honoris causa de la Universidad de Harvard. Hoy considerado el mejor cocinero del mundo. Cuando se le pregunta el porqué de su éxito contesta que él cree en su propia revolución.
Sabe que pasará a la historia porque un día decidió utilizar y explotar su otra parte del cerebro y abandonar su parte racional. Genio, vanidoso, egocéntrico… ¡Qué más da!, lo importante es que es un referente en la nueva cocina nacional e internacional y ha llenado e imantado  de prestigio y de ganas de crear a todo un colectivo que necesitaba despertarse recordando ese último sueño que siempre nos trae el subconsciente a la media realidad del nuevo día.
Yo sigo esperando que nuestro sector, los peluqueros de este país, encontremos el sueño que nos saque de lo racional y nos introduzca en esas milésimas de segundo del mundo irracional. Donde las genialidades se conviertan en ideas y las ideas en armas que revolucionen la nueva peluquería del siglo XXI.
Por eso no me canso de gritar - ¿¿Dónde estáis “NÓMADAS DEL ASFALTO”??....

martes, 1 de junio de 2010

EN LA TRINCHERA


AUTOR: MIQUEL FARRIOL
LECTURA: JULIÁN GIJÓN

Apostado en el campanario, tenia la mejor atalaya para observar la planicie que se extendía bajo su sombra. Desde allí, cualquier movimiento que se produjera en la trinchera, cavada a unos cientos de metros, no le pasaría inadvertida y solo, al caer la noche, la oscuridad protegería a los que allí resistían,

Ya hacía días que mantenían aquel pulso. Los unos, apretujados como conejos en su madriguera, intentando mantener la posición y el vigía del campanario, alerta ante cualquier movimiento. Sus órdenes eran claras. Disparar a quien se atreviese a sacar la cabeza de la trinchera.

Aquel día, un cielo brumoso acompañaba al sol que se ocultaba tras las colinas y el soldado del campanario, agudizó sus sentidos y tenso la mandíbula. Su experiencia en guardias como aquella le decían que, en contra de lo que se podía pensar, aquel era el mejor momento para su particular "caza". Cuanto más negra era la noche, mejor, y solo faltaban unas horas para la luna nueva.

En sus largas vigilias le daba vueltas a aquella situación, y no lograba entender porque los soldados que se atrincheraban en el llano, cometían cada noche, el mismo error.

Y sin embargo ahí estaba otra vez.

Un diminuto punto luminoso, apenas perceptible, fluctuaba en el borde de la fosa. Era como una estrella lejana que apenas revelaba su existencia emitiendo un destello leve y fugaz, pero que marcaba una posición concreta, una referencia a donde apuntar el cañón de su fusil.

El veterano tirador, apretó los labios mientras ajustaba la mirilla de su arma y se acomodó la culata en el hombro. Apretó con delicadeza el gatillo y un trueno lleno de ecos la llanura.

Al instante, la pequeña lucecita desapareció y la oscuridad volvió a ser completa.

Él, sabía que sus probabilidades de acertar, con su disparo, eran mucho mayores en aquellas condiciones que a plena luz del día y aunque no se sentía feliz haciéndolo, era su misión y una lucha por su propia supervivencia, así que solo aprovechaba la ventaja de que disponía y actuaba en consecuencia.

El tímido destello duraba, lo que dura un fósforo y servía para dar lumbre a más de un soldado. Así, agrupados alrededor de la llama, aprovechaban la cerilla para encender varios cigarrillos al mismo tiempo, ya que casi habían acabado con sus existencias.

Aquella acción tan sencilla requería una difícil decisión pues no solo se trataba de ponerse de acuerdo en el momento en que debían encender sus pitillos, también debían estar preparados para ser un blanco fácil, pero ante situaciones desesperadas, donde lo único que importa es el presente, aquellos hombres, decidían compartir el riesgo y tentar a la fortuna.

En lo alto del campanario, su enemigo, paciente, esperaría ese momento y apuntando al centro del destello, sus probabilidades de acierto se multiplicaban por tres o cuatro. Una más por cada hombre que se atrevía a compartir la llama. Dispararía a bulto, y el proyectil cruzaría en unos segundos la planicie al encuentro del soldado a que estaba predestinado.

Incluso en momentos como aquellos, cuando el peligro era tan evidente, los hombres se agrupaban para compartir y aquello tenía algo de hermoso. Ante la dificultad, ante el dolor y el miedo algo dentro de ellos les hacía agruparse. Haciendo piña, alrededor de una llama temblorosa.

Aquella batalla, un día, terminaría. Y los supervivientes volverían a casa a recomponer sus vidas. El francotirador, olvidada su arma en un rincón, se integraría con sus semejantes con la lección bien aprendida y una perpleja admiración hacia el resto de los hombres.

Cuanto más difícil es el momento. Cuanta mayor es la escasez, las personas, más comparten su energía y demuestran más capacidad de trabajo. En esa unión, capaz de reconstruir sobre ruinas nuevas catedrales y hermosas ciudades, late una de la mayores virtudes que puedan tener los seres humanos y de la que dependen, por completo, para su supervivencia.

Trabajar en equipo, apoyándose unos con otros. Buscar objetivos comunes y aprovechar el flamear del fósforo, por breve que este sea, para acercarse a sus semejantes y ponerse a tiro de la fortuna, tiene riesgos, pero también da apoyos, lazos de los que sacar provecho.

Hoy, el campo de batalla es un prado falto de agua, una tierra cada vez más yerma que apenas da cosecha y aunque los tiempos de tanques y bombardeos pasaron, otra lucha despiadada se desenvuelve entre las colinas y los vientos barren la plana cargados de temores, escaséces e incertidumbre.

El tirador de la torre, regresó al valle con la idea de cavar una nueva trinchera donde resistir los malos tiempos, algunas personas más se protegerían allí aportando sus mermadas fuerzas para cavar, apuntalar y resistir las frías noches que tenían por delante. Llegado el momento, se acercarían unos a otros, y el soldado sacaría cajetilla de cerillas del bolsillo de su chaqueta, y tras elegir una, le prendería fuego.

En la caja ya quedan muy pocas cerillas pero reservarlas solo alarga la escasez.

¿Será este el momento de encenderla? O conviene reservarlas por si las cosas empeoran.

Nuestro soldado, no dudó ni un instante. Con un rápido gesto de la muñeca rasco el fósforo que se coronó con un aura ardiente, iluminando la penumbra. Y protegiendo su fulgor con la otra mano, la ofreció al resto del grupo.

Aquella noche, la torre del campanario, no escondía a ningún francotirador, y la llama que unió a unos cuantos, seguía brillando después de encender el último cigarrillo.