Cocineros que inundan sus platos de estrellas Michelin. Clubs de fútbol que pagan a más de millón de euros por kilo de jugador. Hoteles que inundan espacios de diseño, fantasía o glamur ofreciendo exclusivas y privadas habitaciones convirtiéndolas en auténticas cuevas de Ali B?ba, donde pasar una noche al módico precio de más de mil euros por hora de sueño no parece que importe cuando las apuestas son una cuestión de marca y prestigio.
Barcos maravillosos. Mastodontes que navegan por todos los mares cargados de mercancía humana con decorados y lujos que solo el cargo del saldo final de la tarjeta de crédito es capaz de despertar al sufrido e inocente turista crucerista. Marcas de ropa que tan solo por un escudo o un sello que la identifique como prestigio social de lujo, pagamos por diez su precio ante la prenda que no conlleva ningún título que nos clasifique dentro de una tendencia o tribu urbana.
Pensemos que en todos estos lugares, por mentar algunos de ellos, los cabellos revolotean dejando rastros inequívocos de nuestra presencia, convirtiéndolos en pelos lujosos. Precisamente esos cabellos que sobrevuelan por esos lugares han sido cuidados y realzados en nuestros salones de peluquería. No todos nuestros clientes usan este tipo de servicio aunque en el fondo todos lo tenemos como referente, y el solo hecho de conocerlos y poder hablar de ellos nos sitúa en conocedores de los nuevos referentes de las reglas del juego del consumismo del nuevo siglo XXI.
Si la tendencia vemos que nace de estos alusivos como medida del nuevo consumismo globalizado que inunda nuestra nueva realidad socioeconómica, yo me pregunto: ¿a qué esperamos los peluqueros de autor para inundar nuestros salones de glamur, modernidad, marca y prestigio?
Revolucionemos nuestros espacios de trabajo. Démosles a los consumidores lo que demandan. Llenémosles de ilusión y fantasía. Es el momento de invertir y de sorprender para que nuestras manos, que plasman los trabajos que realizamos cada día, se llenen de un valor añadido. Un plus a nuestra profesionalidad. Un marco que nos acerque cada día al máximo reconocimiento social.
No dejo de seguir, teniendo grandes esperanzas, cuando veo firmas de peluquería tan importantes del panorama internacional como Rizos, José Boix, Felicitas, Gemis, Mikel Luzea, Oscar G., X-Presión,… se ponen a trabajar juntos y hacen nacer el club Fígaro donde dentro de un proyecto muy ambicioso intentan dignificar nuestro oficio tanto a nivel profesional como social.
Gracias por daros cuenta que esto es cuestión de todos y si la peluquería española quiere posicionarse a nivel internacional este es el camino que debemos seguir. Con ello dignificaremos nuestras vidas, equipos y negocios. Y además, fidelizaremos a esas personas que entran diariamente en nuestros espacios de trabajo.
Si para ello tenemos que convertir sus cabellos en glamur, lujo y sobretodo profesionalidad…
… ¡Bienvenido seas pelo lujoso!
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