lunes, 15 de febrero de 2010

La revolución de nuestra década

¡Qué apasionantes años los de la década de los cincuenta! Pienso cuánto me hubiera gustado participar de aquella movida, donde la música, el cine y la moda marcarían para siempre nuestras generaciones venideras. Eran tiempos de revolución: los pantalones vaqueros se imponían en la juventud; las telas de las faldas empezaban a escasear dejando al descubierto pantorrillas, rodillas y turgentes muslos nunca antes descubiertos a los ojos humanos, si no era en privado o en tenebrosa luz.
La música propiciaba el cambio de una generación: Elvis Presley, Georgia Gibbs, The Quarrymen. El rock empezaba a sonar inundando los oídos con acordes musicales que harían mover los pies a un ritmo nuevo y diferente. Se iniciaba la era espacial con los lanzamientos de los primeros cohetes. Marylin Monroe, Marlon Brando, James Dean,… llenaban las grandes pantallas de los cines. Surgían las primeras tribus urbanas, apareciendo las tendencias “Greaser” y “Preppie” entre los jóvenes de la nueva década. La peluquería, como no, también emprendía su particular revolución. Un joven británico llamado Vidal Sasson abría su primer salón rompiendo las formas tradicionales y descubriendo a una nueva sociedad los nuevos cortes geométricos. También, a finales de la década, nacía un icono de la moda que aún hoy en día sigue siendo uno de los más cuestionados, la cual hace unos pocos meses cumplía cincuenta años: Barbara Millicent Roberts, alias Barbie.
Y así los cincuenta, los sesenta, los setenta, los ochenta, los noventa,… pero la realidad es que nos encontramos en un siglo nuevo acabando de consumir su primera década y nuestras fórmulas de moda se siguen basando en todas aquellas épocas. Si. Sé que la moda es una rueda que va y que viene, “esto es lo que siempre me han dicho”, y así lo aceptamos. Tal vez por conformismo o tal vez por comodidad o tal vez porque se nos ha agotado la imaginación, las ganas de luchar por romper lo establecido. Por sentir el vértigo de lo desconocido e inundarnos de la adrenalina que producen los proyectos nuevos y las ideas que a veces creemos imposibles y que no nos atrevemos a poner en práctica. Creo que al lanzarnos por todas esas montañas rusas, caídas libres, norias gigantes…, unido con el aislamiento social que genera el avance de las nuevas tecnologías, ha mermado la inquietud y la presión hormonal que incitaba a los jóvenes a liberar estímulos y liderar proyectos, que sin duda marcan el progreso de una sociedad viva, enérgica, singular y creativa.
Tiempos nuevos = Fórmulas nuevas. Basémonos en la nueva realidad socio-económica de nuestro mundo globalizado y apliquemos las soluciones reales y acordes a las nuevas necesidades de nuestra sociedad. Definámonos en qué lado estamos profesionalmente: peluquería de autor, marca o low cost, y actuemos en consecuencia. Adaptemos nuestros salones como si de un escenario se tratase. Pensemos que nuestra actuación diaria necesita un buen decorado: la luz, el color, los sonidos,… serán imprescindibles para idear un ambiente donde los sentidos de los figurantes que nos visiten se llenen de magia y fantasía. Ese será el momento clave de ingeniar, crear…. REVOLUCIONAR.
Descubramos que modelo nuevo nos proponen las casas comerciales. Ya no vale ofrecernos el uno más uno, ni viajes inolvidables para mantenernos vivos. Necesitamos ideas nuevas que nos entusiasme, nos transmitan seguridad y apoyo para poder seguir creando y creciendo. Que nadie olvide que vivimos nuevos tiempos y que necesitamos fórmulas nuevas.
La revolución del sector de la peluquería está en las manos de miles de profesionales, jóvenes y no tan jóvenes, gente humilde, trabajadora, pero quijotesca. Entre todos, si nos lo proponemos, podremos escribir juntos un trozo de historia de nuestra próxima década.

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