Al acabar la cena-coloquio —a la cual fui en calidad de contertuliano— y después de debatir intensamente sobre mis puntos de vista ante un numeroso grupo de profesionales, noté que algunos me escuchaban atentamente demostrando admiración por mis palabras —lo notaba por el agrandamiento de sus ojos y por el movimiento afirmativo de sus cabezas— y otros lo hacían con cierta reticencia —tal vez pensaban que era un esnob o un pequeño fantasma—. La verdad es que no era mi pretensión provocar ninguno de los dos efectos. Aunque, como pecador en la vanidad y currante nato de mi profesión, prefiero conseguir lo primero a lo segundo.
Para finalizar mi intervención les dije: el año se nos está acabando y lo único real y firme que sabemos a estas alturas sobre la economía de nuestros salones es que “este año, con toda seguridad, será mejor que el que viene”. No penséis, ni por un momento, que esta frase es un alegato al pesimismo o un clamor a la derrota de las esperanzas y de las ilusiones. No, por supuesto que no, sino todo lo contrario. El ser conscientes de la situación nos hará reaccionar con la energía necesaria para poder seguir marcando una buena ruta para nuestros negocios.
De los que no han hecho los deberes profesionales, personales y económicos de su salón «hoy no toca (hablar)» —célebre como triste y famosa frase puesta de moda por un político de nivel nacional—. Ellos han elegido el camino fácil y amplio de la no menos célebre «dejémosla ver venir». Aunque si son capaces de sobrevivir al envite socioeconómico del próximo año, siempre serán bienvenidos a la primera y única liga en la que, actualmente, juega la nueva peluquería del siglo XXI.
Hoy mi reflexión va dirigida a los que sí han hecho los deberes con mayor o menor precisión —les comenté a todos los participantes de la cena-coloquio—. ¿Se han dado cuenta de que es el único y primer camino para sobrevivir en esta jungla de pelos, piojos, tendencias y nuevas técnicas?
¿Pensáis que habéis acabado? ¡NO!... Si pensáis eso, ahora vendrá vuestra decadencia. Felicidades, estáis en línea de salida. Esto no es más que el principio. La carrera promete ser larga y angosta. Pero, ¿alguien dijo que esto sería fácil? Una vez llegado a este punto de entendimiento, nos llega una de las primeras soluciones: la peluquería de las emociones. Convertir nuestro espacio de trabajo en un lugar sensorial es, sin lugar a dudas, el siguiente paso para que nuestros mensajes sigan avanzando en la senda del éxito y que así marquemos la diferencia con nuestros competidores más inmediatos.
Tacto, olfato, audición, visión y gusto. Desarrollar los cinco sentidos en nuestro espacio de trabajo será la nueva clave para la nueva peluquería de las sensaciones.
¿Queréis pasar conmigo al lado sensorial de nuestra mente?...
CONTINUARÁ…
Julián Gijón
Asesor artístico-creativo de Kin Cosmetics
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