SIMPLEMENTE VULGAR
Medito tumbado en el sofá de casa. Estoy solo y el silencio es casi absoluto, a excepción del leve sonido de un reloj colgado en un extremo del salón, en una pared blanca y desnuda. Mi mente, relajada y en un estado parecido a la hipnosis, transforma mis pensamientos en imágenes casi reales. Veo mis últimos trabajos, anécdotas de viajes, frases y conversaciones que he tenido muy recientemente. Al mismo tiempo mezclo proyectos futuros, proposiciones de trabajo de última hora, promesas de un presente que parece casi inmediato. Aunque mi cuerpo se mantiene en posición horizontal, mi mente sigue a un ritmo vertiginoso.
Paro por un momento y me percato de que algo no funciona bien. Me doy cuenta de la cantidad de profesionales de nuestro sector que perseguimos el éxito, el reconocimiento social y el bienestar económico por encima de nuestras necesidades básicas. El orgullo de poder ser los mejores. Luchamos todos los días por un objetivo que nos haga sentir que somos poderosos en algo. Y, en muchas ocasiones, sin importarnos a quién pisamos o a quién podemos destruir. La ambición supera nuestra existencia.
Finalmente, unos pocos consiguen el éxito, a veces momentáneo, a veces sostenido en el tiempo. Aunque al fin y al acabo solo éxito. Y me pregunto: ¿qué es el éxito?... Nada. Absolutamente nada. Es algo tan efímero que, después de la embriagadez del ego de los primeros instantes, solo queda la sobremesa con la más miserable soledad al comprobar cómo y con cuánto esfuerzo te ha costado conseguirlo. El éxito es vulgar pues, frecuentemente, para conseguirlo necesitamos ser infieles a nuestras propias ideas y verdaderas razones para creer en él. Falseamos conceptos. Falsificamos nuestro yo personal por encima de la realidad cotidiana de nuestro trabajo y de nuestras propias convicciones.
Acostumbramos a crear ilusiones a los que nos rodean con promesas de trabajo, de prosperidad, para conseguir nuestros objetivos. Muchos tratan de anular a profesionales con calidad, que con su constante trabajo y honestidad profesional sobresalen de la media mediocre que nos rodea, eso sí: antes intentan sustraer toda su jugo creativo para poder utilizarlo en su bien propio y hacer suyas sus ideas y pensamientos. Son los nuevos caníbales del siglo XXI. Te utilizan mientras eres útil a sus objetivos. Más tarde, si les puedes hacer sombra o simplemente pueden prescindir de ti para no compartir el éxito, dinero o prestigio profesional, te abandonan en la cuneta de la invisibilidad.
Tengo miedo. Me dicen que soy una persona con éxito. Quizás me haya convertido en un "vulgar" y me doy pavor de mí mismo. Solo pensar en parecerme a esos profesionales que consiguen el éxito de esa forma, se estremecen todas mis entrañas. Yo quiero ser “normal”, quiero seguir pensando en la unificación de mi profesión, en compartir, en dar y en recibir.
Sencillamente ser honesto, alcanzar la felicidad interior y pensar, al final de mis días, que ha merecido la pena este paseo terrenal.
Julián Gijón