miércoles, 9 de diciembre de 2009

Peluqueros de autor

LA SOLUCIÓN DE LA MICRO-PELUQUERÍA ESPAÑOLA
Aunque levemente, aún recuerdo en pequeñas ráfagas momentos de mi niñez. Veo mi casa llena de gente, esperando su turno para cortarse el cabello. Mi padre, siempre servicial, contento y amable, contaba mil historias diferentes que yo escuchaba y mezclaba en mi mente sin entender en muchas ocasiones lo real de lo irreal.
Algo que si me enseñaron de muy pequeño es a ser lo que hoy diríamos “un buen relaciones públicas”, aunque mis padres a eso le llamaban “que tenía que ser un niño muy educado con toda la clientela”.

Yo sin darme cuenta en esos momentos de mi vida, fui testigo del final de una etapa de la peluquería donde el sentido de la higiene y el quitar cabello imperaban en las costumbres sociales. Y como no, del principio de lo que hoy entendemos como “la peluquería de imagen y de necesidad social”.
Fue sin lugar a dudas el segundo término el que me incitó, ya en mi adolescencia, a sumergirme y explorar en todo ese mundo que se abría sin límites a una profesión en la cual los cambios sociales marcarían, sin lugar a dudas, las nuevas generaciones de este país.
Cuando la adolescencia empezaba a dar paso a mis principios de adulto algo ya tenía seguro: el tipo de peluquería que había vivido toda mi niñez y adolescencia en el negocio familiar me enseñó a saber qué  es lo que quería y no quería de mi futura vida profesional.
Comencé  a muy temprana edad, atraído por descubrir qué había en esos nombres de peluqueros que tanto sonaban y que me atraían el sólo hecho de poder conocerlos y entrar en esos feudos que ellos ya habían convertido en los primeros salones de peluquería.
Tres peluqueros, mejor dicho, tres genios o tres visionarios de la peluquería mundial marcaron mi personalidad en diferentes etapas. Lluís Llongueras fue el primero que marcó mi visión del oficio. Siempre recordaré sus consejos revolucionarios  y llenos de magia: sus cortes programados, sus charlas convertidas en historias a través de su peculiar voz. Lluís fue, y es, el primer peluquero de autor de este país. Vidal Sansón, el cual tuve la oportunidad de conocerlo personalmente y ver su trabajo muy de cerca, me hizo descubrir la técnica y la precisión del corte, y ver que los genios también eran de carne y hueso. Y por último, Antonio Mascolo me maravilló con su conjugación del corte con el color, y como hacía reales las imágenes que creaba a través de la fotografía. Me hizo entender lo cerca que estaba nuestra profesión del arte.
Ellos marcarían para siempre mi “personalidad profesional” y con el tiempo fui descubriendo que ellos, como otros muchos que no cito y para mí también muy importantes, no tan solo eran genios, descubridores de tendencias, artesanos, grandes visionarios de la moda,…, eran y son, sobretodo, peluqueros de autor.
Ellos ya hallaron la fórmula de progreso en nuestro oficio: tener personalidad propia; marcar la diferencia; saber en todo momento la meta propuesta; tener claro qué tipo de clientela queremos y a quién va dirigido nuestro trabajo; estar dispuestos a seguir aprendiendo constantemente; escuchar a nuestros equipos y colegas; estar dispuesto a dar para recibir; ser humildes profesionalmente y apartar el ego personal.
Hoy más que nunca para la supervivencia de la micro-peluquería de este país necesitamos reconvertirnos en ello. Marcando nuestra personalidad profesional y haciendo un ejercicio tan fácil como mirar que hacen los grandes y trasladarlo a nuestra vida cotidiana de salón, y sin darnos cuenta en muy poco tiempo conseguiremos ser auténticos peluqueros de autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario