Federico es el nombre ficticio con el cual he bautizado a ese animalito cabroncete e hijo de su madre, que raramente no nos ha visitado en alguna ocasión, a nosotros personalmente o algún miembro de nuestra familia, amigos o clientes. Aunque, normalmente, es algo de lo cual no se presume y se intenta ocultar, en muchas ocasiones, como si de una mancha familiar se tratara.
Federico, nuestro piojo pervertido, llamado así porque no cansado de corretear por nuestros largos y laberinticos caminos de nuestras espesas cabelleras chupándonos la sangre y depositando como una autentica coneja múltiples liendrecitas que se agarran a nuestros cabellos como las más expertas garrapatas que puedan existir, también salta de cabellera en cabellera dejando en entredicho su fidelidad y demostrando que la perversión también es un modelo de vida.
Sin poder evitarlo el año se nos marcha. Es hora de sentarnos, intentar hablar con nosotros mismos y analizar lo bueno de lo malo, lo positivo de lo negativo, pensar en nuestros proyectos pasados y analizarlos, y los futuros meditarlos y actuar con esa mezcla rara que nos da el sentido común y el corazón artístico que inevitablemente siempre nos acompaña. Tomar decisiones con valentía que sean capaces de mejorar nuestra economía y satisfacción personal.
Analizar a todos los piojos que este año han pasado por nuestra vida y nuestros negocios. Es el momento de negociar, de reparar, de hacer cuentas. Es el instante de las fabulas… ¿Qué hemos sido? Hormigas o cigarras; peregrinos o vagabundos. Aunque también es el momento de valorarnos, de sentirnos existentes, de los números positivos, de ver que acabamos el año y seguimos vivos a pesar de que Federicos, como ya nos habían pronosticado, habría muchos y muy pervertidos, y como en todas las batallas desgraciadamente siempre existen los daños colaterales.
El último día del año, cuando nos comamos la doceava uva, aceituna o melón al son de las campanadas, daremos la bienvenida al año nuevo con los deberes hechos y los proyectos definidos. Tendremos una ventaja del ya pasado año. Será la experiencia y las soluciones que pusimos a la visita de Federico: lociones, antisépticos y razones para explicarle lo importante que es para nosotros su fidelidad.
El 2010 será el año del resurgimiento, seguro. Pero lo realmente importante será que todos los que sobrevivamos no se nos olvide jamás que hasta los piojos más perversos en el fondo también tienen su corazoncito.
¡¡Ayy!! Percibo un cierto picor en mi cabeza. Y vosotros, ¿lo sentís también?
- Seguramente será Federico.
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