La gran esperanza del ser humano
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero. ¡De pronto el murmullo, gritos, risas, impaciencias, horas de espera, cansancio, adrenalina pura, nostalgias, frustraciones, retos,…, todo enmudece! Dieciocho mil fans fijan su vista en el impresionante telón rojo del Sprint Center de Kansas City, dejando al descubierto un gran espacio bajo una intensa y penetrante luz blanca con tanta intensidad y poderío lumínico que es capaz de crear en milésimas de segundo múltiples y diferentes guiños fungidos entre todas las personas allí concentradas.
Del suelo del escenario, y como si flotaran sobre una alfombra de palomitas de maíz, diez centímetros de tacón unidos a un pequeño y brillante zapato calzan unas espectaculares piernas dignas de una diosa de la mitología griega. Sólo la vista es capaz de acariciar toda esa explosividad de erotismo que desprende ese recorrido visual desde los tacones, tobillos y rodillas, y sólo deteniéndose justo en la frontera que limita el final de las piernas con el principio del cuerpo, donde nace un eléctrico minivestido rojo que desdibuja una silueta en plena forma física, transportándonos con la mirada hasta unos hombros que hacen punto de partida a una gran melena rizada, crespada y abundante digna de la más actual tendencia de Big Hair.
De cada movimiento y de cada gesto, la energía desprendida es tan intensa que los labios inferiores conjuntamente con la mandíbula se rinden a la ley de la gravedad y se desprenden suavemente del labio superior. Es ese el momento en el que levanta su brazo que prolonga su mano agarrando enérgicamente un micrófono y acercándolo a sus cuerdas vocales con el único adorno que luce su cuerpo, una pulsera de metal ajustada a su muñeca derecha, y empieza a sonar “What’s love good to do with it”
¡Si, la pantera del rock ha vuelto! Todos pensamos que en el año 2000 cuando anunció su retirada con 60 años y en plena forma, ya era todo un referente de lo que un ser humano era capaz de alcanzar con tan solo el hecho de proponérselo. Ahora, nueve años después con casi 69, un terremoto llamado Tina Turner vuelve pisando fuerte, mejor que nunca dándonos una lección de lo que es el afán de superación de un ser humano. Regresa con una gira de 74 conciertos por toda América y gran parte de Europa, con una coreografía diseñada a su medida por los más grandes coreógrafos del momento, responsables de los shows de los Rolling Stones o de U2, donde intercala cinco cambios de vestuario, cuatro bailarines, y hasta fuegos artificiales que nos hacen vivir la magia de sus canciones de siempre: “Private dancer” o “Goldeneye”. Y como no, también nos interpreta dos canciones inéditas: “It woud be a crime” y “I’m ready”. Con todas las entradas agotadas allí donde actúa. Su última cita de esta gira: el once de abril en Dublín. Tal vez sea, o no, la última ocasión de ver a la pantera del rock, al terremoto Tina Turner: el milagro viviente del afán de superación personal.
Yo nunca me perdería esta cita y os animo a que viváis ese momento, y a que os contagiéis de ese virus maravilloso de su fuerza y entender que: nunca es tarde para empezar a luchar; para empezar a soñar; para empezar a vivir; para cambiar cosas de tu vida; para rectificar errores; para plantar aquél árbol que siempre tuvimos pendientes; para escribir aquél libro que nunca nos atrevimos a comenzar; para cambiar de trabajo; para empezar a estudiar cosas nuevas; para ser nosotros mismos sin fingir ni enmascarar nuestro propio yo; para gritar al mundo quien soy; para volver a empezar aquel proyecto que quedó atrapado en el tiempo; para vestirnos como nos de la gana sin depender de la edad que tengamos en el perjuicio de qué dirán; de ser libres de pensamiento; de cambiar lo establecido; todo ello en un afán de superación personal. – Dios, ¡Tina! Eres nuestra esperanza y la luz que necesitamos para darnos cuenta del camino que aún todos podemos recorrer.
Que nadie se lamente, que nadie piense que es demasiado tarde para renovarnos, para cambiar de mentalidad si es necesario, para reinventarnos a nosotros, nuestros negocios, nuestra proyección personal y profesional.
No dejemos que el tiempo nos atrape y corra más que lo que nosotros queremos o deseamos. Si conseguimos estar vivos y en continuo reciclaje personal y profesional, y almacenando datos y proyectos nuevos continuamente, la percepción de nuestra mente nos dará una sensación de que el tiempo pasa lento. Si al contrario, nos conformamos con lo que somos y con lo que tenemos y no añadimos nada más en nuestro día a día y en nuestra memoria el tiempo pasará por nosotros como una ráfaga de viento huracanado.
“Gracias a todas esas personas que nos demuestran cada día el afán de la superación personal, nos la transmiten y nos enseñan que son:
…la gran esperanza del ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario