Decían de ella que tenía un color rojo como el final de una llama en perfecta combustión. De sus mantos surgían dos largas plumas recubiertas de una fina capa de oro brillante como el Sol imitando la forma de una cresta. Vivía en los desiertos de Arabia planeando su vuelo como una experta águila. La sombra de su silueta dejaba el dibujo de una garza estilizada y orgullosa de su figura; leyenda mitológica. Símbolo de la inmortalidad, ya que morir para ella era renacer y crearse a sí misma.
Bonita leyenda, la que nos deja la historia del mito del Ave Fénix. Dante, Quevedo… tantos literatos de todos los tiempos que la retoman en los escritos de infinidad de libros, patrimonio de nuestra cultura y herencia de todo nuestro saber.
Muchos son los profesionales de este país, con los que hablo habitualmente, que piensan que nuestro sector no tiene una salida muy airosa del actual sistema financiero que nos azota cada día más en nuestras cuentas de explotación de nuestras peluquerías. Pesimismo, resignación… ante la temida pregunta de qué hacemos, qué vendrá, qué somos… Yo creo con toda firmeza que nunca ha habido tantas posibilidades de resurgir y que los progresos sean, por fin, una realidad en nuestros negocios. No podemos seguir creyendo que la micro-peluquería de este país vivía con dignidad social y económica: más bien lo hacía abocada, sin remedio, al País de Nunca Jamás.
La crisis es un desafío hacia el reto de la supervivencia. Es dónde nace la creatividad y todo ello nos traerá, sin lugar a dudas, progresos. No caigamos en el error de echar la culpa de nuestros fracasos a la coyuntura económica actual y busquemos soluciones.
Reinventar nuestros negocios. Reinventarnos a nosotros mismos. Marcar la diferencia, por pequeña que sea, con nuestros competidores. Tener claro que la época en que nuestros clientes nos compraban los servicios, acabó. Ahora hay que venderlos. Hay que guardar las estadísticas pasadas y empezar de cero. Para todo ello no nos queda más remedio que morir y renacer como el Ave Fénix. ¿Os imagináis qué reto tan impresionante resurgir de las cenizas?
No pretendamos que las cosas cambien si sólo nos lamentamos o siempre hacemos lo mismo. En este momento, más que nunca, tenemos que hacer crecer nuestros negocios y, hacedme caso, el camino no es bajando precios. Sólo el bando perdedor actúa así.
Pensad que tenemos la nueva temporada con nuevas colecciones a la vuelta de la esquina. Al verano ya le queda poco y una nueva ilusión nos espera tras este merecido descanso que en breve podremos disfrutar. Rompamos con esa imagen de que somos un país que está acostumbrado a copiar todo lo que nos viene de fuera para, así no derrochar demasiado esfuerzo.
Bonita leyenda, la que nos deja la historia del mito del Ave Fénix. Dante, Quevedo… tantos literatos de todos los tiempos que la retoman en los escritos de infinidad de libros, patrimonio de nuestra cultura y herencia de todo nuestro saber.
Muchos son los profesionales de este país, con los que hablo habitualmente, que piensan que nuestro sector no tiene una salida muy airosa del actual sistema financiero que nos azota cada día más en nuestras cuentas de explotación de nuestras peluquerías. Pesimismo, resignación… ante la temida pregunta de qué hacemos, qué vendrá, qué somos… Yo creo con toda firmeza que nunca ha habido tantas posibilidades de resurgir y que los progresos sean, por fin, una realidad en nuestros negocios. No podemos seguir creyendo que la micro-peluquería de este país vivía con dignidad social y económica: más bien lo hacía abocada, sin remedio, al País de Nunca Jamás.
La crisis es un desafío hacia el reto de la supervivencia. Es dónde nace la creatividad y todo ello nos traerá, sin lugar a dudas, progresos. No caigamos en el error de echar la culpa de nuestros fracasos a la coyuntura económica actual y busquemos soluciones.
Reinventar nuestros negocios. Reinventarnos a nosotros mismos. Marcar la diferencia, por pequeña que sea, con nuestros competidores. Tener claro que la época en que nuestros clientes nos compraban los servicios, acabó. Ahora hay que venderlos. Hay que guardar las estadísticas pasadas y empezar de cero. Para todo ello no nos queda más remedio que morir y renacer como el Ave Fénix. ¿Os imagináis qué reto tan impresionante resurgir de las cenizas?
No pretendamos que las cosas cambien si sólo nos lamentamos o siempre hacemos lo mismo. En este momento, más que nunca, tenemos que hacer crecer nuestros negocios y, hacedme caso, el camino no es bajando precios. Sólo el bando perdedor actúa así.
Pensad que tenemos la nueva temporada con nuevas colecciones a la vuelta de la esquina. Al verano ya le queda poco y una nueva ilusión nos espera tras este merecido descanso que en breve podremos disfrutar. Rompamos con esa imagen de que somos un país que está acostumbrado a copiar todo lo que nos viene de fuera para, así no derrochar demasiado esfuerzo.
Seamos como el Ave Fénix, que se renace de sus propias cenizas para poder volver a volar, vivir, crear… y desterrar para siempre esa lapidaria expresión de Miguel de Unamuno: “¡Que inventen ellos!”.
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