lunes, 9 de abril de 2012




S. O. S.

Perezosa, remolona, independiente, amigable. Siempre dispone de tiempo y lo comparte, la mayoría del día, con ella misma. Sabe disfrutar los momentos que le dedicas. Ve como pasa la vida por delante suyo sin inmutarse ni sentir el más mínimo estrés. Su mayor ansiedad diaria es comer. Duerme plácidamente las horas que su cuerpo le demanda. Valora los rayos diarios del sol y disfruta a la intemperie, en las noches de verano, de la luz serena y placentera de la luna. No sabe lo que es preocuparse por su estilismo personal. Su mayor expresión corporal, al detectar tu presencia, es mover con energía su larga y peluda cola. Se llama Nora y es una más de la familia, aunque para nosotros pasa inadvertido que es un perro.
Por otro lado vivimos los seres humanos. Tan productivos que no podemos parar de hacer cosas, incluso en nuestro tiempo libre. Hacer algo en todo momento es el objetivo prioritario. Sin darnos cuenta pasan miles de instantes ante nosotros y somos incapaces de apreciarlos y saborearlos. Nuestro ritmo de vida provoca que el tiempo pase a tal velocidad que al acabar los lunes nos levantamos en viernes. Aunque nuestro auténtico mal radica, como bien decía Pascal, en lo siguiente: "el mayor problema del hombre es la incapacidad de estar solo consigo mismo".

Vivimos momentos difíciles, no digo nada nuevo. Nos habíamos acostumbrado a esclavizarnos por el consumismo material en ese afán de encontrar la felicidad. Y nos hemos encontrado, sin darnos cuenta, atrapados por esos bienes. El sistema nos ha hecho adultos de un plumazo y sin piedad. Ha roto esa parte infantil que en estos últimos años nos hizo llevar nuestra vida personal y nuestros negocios de una manera irreal y tomando decisiones muy importantes en patios de colegio. Decisiones que, en estos momentos, a muchos de nosotros nos tienen supeditados a valoraciones económicas externas y no sabemos cómo salir de ellas.

Todos tenemos miedo. Nuestro objetivo diario es dar con la formula de vencerlo. Para ello intentamos aferrarnos a salvar lo material, lo superficial. El precio es alto y las horas de trabajo muchas. Muchos estamos apostando por el low cost. Bajamos precios, salarios, beneficios, ofrecemos más y trabajamos mucho más. Tenemos miedo de perder clientes, de perder nuestro puesto de trabajo. Y así nos convertimos en esclavos del sistema. Sin darnos cuenta potenciamos el low cost ofreciendo y consumiéndolo, el cual nos hace más débiles y más dependientes del declive económico.

Definitivamente, debemos huir del low cost. Utilizarlo y consumirlo es el fin de todas nuestras esperanzas de progreso. Para salir de este tornado económico debemos parar y retroceder. Eliminar lo superficial. Vivir con mucho menos. Salir de esa locura consumista que nos arrastra al fondo sin fin de todos los valores humanos por los que la vida merece ser vivida.

El sistema no va a cambiar. Que nadie espere que esto pase. Somos nosotros, primero individualmente y después colectivamente, los que debemos cambiar. Recuperar los valores perdidos y vencer el miedo a la nueva realidad social. Platón decía que "el mejor sistema político es aquel que tiene a los mejores ciudadanos".

Yo, ahora, me marcho con Nora. Hoy tiene que seguir enseñándome su filosofía de vida... Cómo ser tan feliz con tan poco...




              JULIÁN GIJÓN

PERSONAL HAIRDRESSER COACH - CREATIVE